
En el compartimento del tren, una señora se sienta y coloca un cesto en el sillón de al lado. Al cabo de un rato, un señor iba a sentarse sobre el cesto, sin percatarse, a lo que María Fernanda chilló:
- ¡Cuidado con los huevos!
- ¡Uy! Perdone, señora. ¿Son huevos?
- No, son agujas.
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