Al jubilarme, fui a la oficina de la seguridad social a solicitar mi pensión. El funcionario me pidió el DNI para verificar mi edad. Busqué en los bolsillos, pero me di cuenta de que me había olvidado la cartera en casa.

Le expliqué al funcionario que lo sentía mucho, pero que tenía que ir a casa y regresar más tarde. Son embargo, el hombre dijo: "Desabróchese la camisa".

Así lo hice, mostrando los pelos ya canosos de mi pecho. Entonces el funcionario dijo: "Esas canas son prueba suficiente para mí", y aceptó mi solicitud de pensión.

Al llegar a casa, le conté la experiencia a mi mujer con orgullo, pero ella se limitó a responder: "Deberías haberte bajado los pantalones también. Podrías haber conseguido también una pensión por invalidez".

0 comentarios:

Publicar un comentario