
Le expliqué al funcionario que lo sentía mucho, pero que tenía que ir a casa y regresar más tarde. Son embargo, el hombre dijo: "Desabróchese la camisa".
Así lo hice, mostrando los pelos ya canosos de mi pecho. Entonces el funcionario dijo: "Esas canas son prueba suficiente para mí", y aceptó mi solicitud de pensión.
Al llegar a casa, le conté la experiencia a mi mujer con orgullo, pero ella se limitó a responder: "Deberías haberte bajado los pantalones también. Podrías haber conseguido también una pensión por invalidez".
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