Una vez finalizado el ejercicio fiscal, la Agencia Tributaria envía un inspector de hacienda para auditar los libros de cuentas de una sinagoga. Mientras los va comprobando, le pregunta al rabino:
- Observo que el año pasado compraron muchos cirios, ¿qué es lo que hacen con los restos de cera que gotean?
- Buena pregunta. Como no nos gusta desperdiciar nada, los vamos guardando y los devolvemos al fabricante quien, a cambio, nos envía gratis una caja de cirios.
- Muy bien, muy bien. Sin embargo, aunque es una transacción no remunerada, sí que está gravada y debe pagar impuestos. Se lo anoto. Otra cosa, ¿qué hacen con las migajas de las galletas que compran?
- Pues... las recogemos, las vamos guardando, y se las devolvemos al fabricante que, de vez en cuando, nos envía gratis una caja de galletas.
- Bueno, bueno, otra transacción añadida al acta. Y ya para finalizar, rabino, dígame qué hacen con los prepucios que cortan en las circuncisiones.
El rabino ya mosqueado, le contesta:
- Pues lo mismo. Los vamos guardando y se los enviamos a la Agencia Tributaria, y ellos, más o menos una vez al año, nos envían un capullo completo.

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